sábado, 29 de junio de 2013

'Der Spiegel' asegura que el Gobierno español tuvo que eliminar la siesta por la "presión" de la troika

En un artículo plagado de tópicos, el semanario alemán afirma que Zapatero ya restringió el descanso de la tarde en el 2005.

Ni la denominada prensa de calidad se libra de publicar informaciones exentas de toda sensatez y rigor. El hasta ahora reputado semanario alemán 'Der Spiegel' asegura que la "presión" de la troika (Banco Central Europea, Comisión Europea y Fondo Monetario Internacional) sobre el Gobierno español tras el rescate bancario solicitado hace ahora un año eliminó la siesta en España, según el semanario alemán 'Der Spiegel', que explica este hecho en la "caída" de España en 2012.

En un artículo titulado 'Viva la siesta: ¿debería ser el sur de Europa más alemán?', la revista subraya las diferencias culturales entre países como España e Italia por un lado y Alemania por el otro.

"Durante siglos, los ciudadanos del sur de Europa abandonaban los campos y las oficinas para ir a casa a relajarse. La siesta era sagrada, pero ahora este aspecto idílico de la vida en el sur de Europa se ha acabado", explica en un texto plagado de tópicos.

'Der Spiegel' rechaza la siesta fundamentalmente por razones económica y considera que la eliminación de esta tradición no se debe en exclusiva a la crisis de deuda que azota la zona euro. De hecho, según el rotativo alemán, el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero ya restringió la siesta en el 2005.
Según 'Der Spiegel', Zapatero suprimió la siesta a los empleados públicos con el fin de impulsar la productividad, al esgrimir que los aires acondicionados existentes hoy en día facilitan el trabajo pese al calor. La revista señala que esta medida persigue además potenciar el consumo y así elevar la recaudación fiscal.

la publicación teutona también indica que los españoles observan la pérdida de la siesta como resultado de una "dictadura" de Alemania, al tiempo que recoge citas de personajes históricos en las que inciden que el "tiempo es dinero", en un alegato de que la siesta mina la productividad del trabajo. Elperiódico


La Leyenda Negra de la siesta (El País)



¿Recuerdan cuando los ingleses y en general los malintencionados se inventaron la leyenda de la conquista de América? Un Encuentro entre dos Mundos, una fiesta multicultural, un viaje de estudios de los Escolapios... un picnic, en suma, descrito sin embargo por los pérfidos extranjeros como una serie de sangrientas batallas que redundaron en el sojuzgamiento centenario de la población local y en decenas, si no cientos, de millones de muertes. Pues ahora, indígnese el lector (*), allende los Pirineos les ha dado por decir que en España se duerme la siesta. Y eso sí que no. Esto es la leyenda negra rediviva.

Algunos pensaron que comenzaba con la traducción al inglés, el viernes, de esta tribuna de opinión en el Spiegel del lunes pasado (**). Si en el papel usaron la foto de un italiano, tuvieron la desfachatez de ilustrar la pieza en internet con dos tíos durmiendo la mona en lo que podría parecer San Fermín, pero posiblemente sea la fiesta de la vendimia en Vladivostok. Un horror nunca visto, un absoluto escándalo que, como no han dejado de denunciar cientos de perspicaces analistas sin necesidad de leer más que el titular, solo puede salir de la enfermiza fantasía  de un nazi o cosa peor.

Pero aún es mucho, muchísimo más grave: las reformas en los horarios laborales para funcionarios y comercios, en 2005 (Zapatero) y 2012 (Rajoy), dieron pie a esos mismos titulares y comentarios en medio mundo. Lo del fin de la siesta, que ha incendiado las redes sociales de justa furia celtibérica contra el artículo de Der Spiegel, es más viejo que la Ría:

2005:
Y así. O así.
(Contra la primera impresión, esto del Times of India no tiene nada que ver con Rajoy ni con el FMI. Qué alivio)



El autor del artículo sobre la siesta se declara 'amigo de la forma de vida latina'

'Mi artículo se titula 'Viva la siesta'. ¿No es suficientemente explícito?'

El semanario alemán Der Spiegel ha salido en defensa de los valores de la siesta como "forma de vida latina" saludable, a preservar por los españoles y otros ciudadanos del sur de Europa, por encima de interpretaciones negativas.
"Mi artículo se titula 'Viva la siesta'. ¿No es esto suficientemente explícito?", ha dicho a Efe Max A. Höfer, ensayista y autor de un artículo publicado en dicho semanario que, a su juicio, fue interpretado erróneamente en algunos medios españoles.
Höfer, quien se declara "un gran amigo de la forma de vida" latina, aclaró que su intención era defender que los españoles y el resto de europeos del sur de Europa deben preservar este "bien cultural".
La reacción del autor se produce tras la difusión de un artículo en que se le atribuía el subtítulo de "¿Debería ser el sur de Europa más alemán?" y en el que se aseguraba que España había abolido la siesta por imposición de la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) como consecuencia de la crisis.
El subtítulo del artículo, tal como aparece en la edición impresa del semanario, es "El sur de Europa se siente amenazado en su estilo de vida" y la intención del autor no era, según sus propias palabras, dar por muerta esa práctica, sino ensalzarla.
"La crisis de la zona euro no debe obligarles a 'alemanizarse'", apuntó Höfer en su reacción a la forma en que fue reproducido su artículo, bajo el epígrafe de "Ensayo", en varios medios.
"Lamentablemente, en algunos medios españoles se ha entendido exactamente lo contrario" a ese propósito, prosiguió el ensayista, quien considera que una de las lecciones de la presente crisis debería ser"saberse escuchar" los unos a los otros, en lugar de crear divisiones.

viernes, 28 de junio de 2013

Asociaciones de memoria histórica piden a los grupos parlamentarios la creación de una Comisión de la Verdad sobre los crímenes del franquismo

  • La Comisión de la Verdad es una herramienta de reconciliación que se ha utilizado en más de 40 países.
  • La Plataforma prepara acciones coincidiendo con la investigación del Comité de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas en España.

La Plataforma por la Comisión de la Verdad, compuesta por víctimas, asociaciones de memoria histórica, juristas y defensores de derechos humanos, ha solicitado a todos los grupos parlamentarios que alcancen un acuerdo y presenten una Proposición no de Ley que inste al ejecutivo a crear una Comisión de la Verdad.

El objetivo de la Plataforma es restablecer la verdad histórica a través de una herramienta recomendada por la ONU, la Comisión de la Verdad, para explicar el pasado. La comisión debería servir para aclarar las violaciones de derechos humanos ocurridos en España durante la Guerra Civil y la posterior represión franquista. 

La Plataforma quiere forzar así el debate entre los parlamentarios de cara a la visita del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas e Involuntarias, prevista para Septiembre. “La sentencia del Tribunal Supremo sobre Garzón ha cerrado la vía jurídica, estamos en una especie de limbo que contraviene todos los acuerdos internacionales y la legislación sobre derechos humanos” denuncia el portavoz de la Plataforma Jordi Gordon.

La Plataforma también llevará a cabo acciones en el marco del examen que el Comité de Naciones Unidas sobre Desapariciones Forzadas está realizando a España. El portavoz de la Plataforma asegura que emprenderán “una campaña a nivel internacional para denunciar ante la ONU que el Gobierno está incumpliendo la legislación” y que será presentada el próximo 9 de julio.

En esta línea la Plataforma ha solicitado un encuentro formal con el del Grupo de Trabajo de Naciones Unidas sobre las Desapariciones Forzadas e Involuntarias para denunciar la situación de desamparo jurídico y político que todavía sufren los familiares de víctimas. Manifiestan el incumplimiento por parte del Estado Español de la Declaración sobre la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas aprobada por la Asamblea General (resolución 47/133 de 18 de diciembre 1992) y la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas. 

Los colectivos piden además que el texto que elaboren los grupos parlamentarios incluya una declaración de imprescritibilidad de los crímenes de lesa humanidad, la obligación de investigar los todavía 150.000 desaparecidos y 30.000 niños robados, y la exhumación de fosas con el consiguiente reconocimiento de lugares de la memoria. 

(sigue) Fuente: INFOLIBRE Actualizada 28/06/2013 a las 14:32




La segunda ya tal

martes, 25 de junio de 2013

"El franquismo no es una dictadura que finaliza con el dictador, sino una estructura de poder específica que integra a la nueva monarquía".

Claves de la Transición, de Alfredo Grimaldos

"El franquismo no es una dictadura que finaliza con el dictador", comienza diciendo con absoluta precisión Alfredo Grimaldos en su libro "Claves de la Transición (1973 -1986), (Edit Península) "sino una estructura de poder específica que integra a la nueva monarquía". Y, en efecto, a lo largo de las páginas de este pequeño libro de bolsillo, y también una excelente y didáctica lección de historia, se describe cómo durante la Transición nunca se llegó a producir un corte histórico en relación con el régimen dictatorial de Francisco Franco. Durante ese periodo no se produjo ningún tipo de depuración del aparato político y administrativo de la dictadura. Muy al contrario, fueron los políticos comprometidos históricamente con el Estado franquista los que se encargaron de dirigir "el cambio", de amañarlo en consonancia con los intereses de las clases dominantes y de diseñar el nuevo Estado para su perpetuación en el tiempo. Los policías, jueces y militares de la época de la dictadura continuaron en sus puestos y ascendiendo en el escalafón en la recién estrenada "democracia". 

Los mandos del Ejército que ejercieron de oficiales con Franco -escribe Grimaldos- incorporaron nuevas estrellas a sus bocamangas al amparo de la Monarquía. Los jueces implacables del Tribunal de Orden Público prosiguieron su ascenso en los nuevos tribunales de excepción, y los torturadores de la antigua Brigada Político-Social continuaron manteniendo sus siniestras trincheras en los sótanos de la Dirección General de Seguridad. El habitual "aprobado por aclamación" de las Cortes franquistas es sustituido ahora por el sacrosanto "consenso" y el silencio oficial sigue apoderándose de muchos asuntos esenciales de la vida política".

A partir de entonces, el conjunto del aparato mediático español -la televisión, la prensa, una voluminosa cantidad de libros e infinidad de suplementos impresos- se encargan de reescribir la historia de lo que había sucedido en los años postreros de la dictadura, de mitificar la mentira, de otorgar un protagonismo inmerecido a los que llamaron los "padres de la democracia", procediendo al maquillaje quirúrgico de sus sinuosas trayectorias biográficas. Sin embargo -escribe Grimaldos-, la realidad es que los auténticos protagonistas de la Transición no fueron los políticos profesionales, sino los detenidos y torturados, los miles de encarcelados y, sobre todo, aquellos que cayeron muertos en su lucha por la libertad.

Con mucha razón, Grimaldos sostiene que la imagen oficial de la Transición "se construyó sobre el silencio, la ocultación, el olvido y la falsificación del pasado". Algo perfectamente comprensible, al ser los propios franquistas quienes diseñaron aquellos "cambios", repartiéndose los papeles en la obra cuya dirección habían asumido.

"Policías buenos - policías malos", o cómo la izquierda fue convertida en custodia del poder

La Transición se convirtió en una metáfora de lo que era un interrogatorio policial en cualquier comisaría franquista. Una técnica que los funcionarios de la Brigada Político-Social sabían ejecutar a la perfección. Para reforzar su proyecto político, los reformistas provenientes de las filas del franquismo ejercen ante la sociedad de "policías buenos". Piden constantemente sumisa colaboración a los opositores "sensatos" y "prudentes", y ese llamamiento lo acompañan con una clara amenaza: si no se cumplen los requisitos que exige la "sensatez", pueden intervenir los incontrolados "policías malos" imponiendo el orden manu militari. Y eso, decían, será peor para todos. Ese sistema policial de presión, muy conocido por aquellos que pasaron por las comisarías de la dictadura, se reprodujo durante los años de la llamada "transición democrática" como espantajo exhibido para amedrentar a los más rebeldes. Paradójicamente, lograron meter miedo con la amenaza de la dictadura, cuando ésta funcionaba todavía con tanto o más rendimiento represivo que durante los últimos años de la vida del dictador.

El reformismo franquista, que tiene como vocación su perpetuación en el poder, es consciente de que resulta necesario cambiar los elementos más ostensiblemente autoritarios de la estructura política del régimen. No obstante, los protagonistas del proyecto de "cambio controlado" fueron muy hábiles. Solo se mostrarán dispuestos a ejecutar esos "cambios" después de haber procedido a la desactivación del enemigo. La dictadura podía aún continuar manteniendo a raya, hasta un cierto límite, el impetuoso empuje del movimiento de masas. Pero las dificultades para lograr este objetivo iban a ser cada vez mayores. Los reformistas eran, además, conscientes no solo del estado de deterioro del aparato político de la dictadura, sino también de que intentar mantenerlo a toda costa supondría pagar el alto precio del aislamiento exterior. Y la burguesía española, que había realizado su proceso de acumulación capitalista a lo largo de cuarenta años de salarios de miseria y explotación sin límites de la clase trabajadora, no se encontraba en condiciones de perjudicar gravemente sus propios intereses por mantener un estado autoritario que les había sido muy útil durante una época, pero en la década de los setenta del pasado siglo ya no les servía para nada.

Integrar a los comunistas en el proyecto reformista

En 1973, -cuenta Grimaldos en su libro- el "opositor" monárquico Joaquín Satrústegui, que cuatro años más tarde se convertiría en senador por designación real en las primeras Cortes elegidas en las urnas, en unas declaraciones en Roma, traza con precisión cuál debe ser el camino a recorrer para que pueda cumplirse la "operación Lampedusa", es decir, aquella que consiste en cambiar algunas cosas para que lo esencial siga permaneciendo. "Esta táctica [sic] no tendría razón de ser -declara Satrústegui- si no existiera una oposición reformista, con la ayuda de la cual debemos tratar de controlar y evitar la movilización mayoritaria y la situación que se podría dar después como consecuencia de ella". Y añade proféticamente: "Hay que domeñar, a costa de lo que sea, a los comunistas, sobre todo, y, más importante aún, hay que integrar a sus dirigentes en nuestro proyecto, para que sean ellos mismos los que controlen y eviten la violencia de las huelgas y las revueltas estudiantiles, sobre las que tienen una gran autoridad e influencia. Hay que evitar a toda costa que se proclame la República de nuevo". 

Santiago Carrillo, por entonces indiscutido Secretario General del PCE, entendió perfectamente el mensaje y pronto acabó aceptando la Monarquía y haciendo de policía desmovilizador en su importante área de influencia. Por orden de su Secretario general, y por primera vez en la historia, las bases del PCE se ven obligadas a enarbolar la bandera de la monarquía borbónica, la misma que presidía los Consejos de Guerra franquistas, y también a enfrentarse con quienes se empeñan en seguir esgrimiendo la bandera tricolor republicana. En más de una ocasión se pudo ver a militantes comunistas cumplir esa amarga misión con los ojos llenos de lágrimas: "Por favor, compañero, vamos a intentar que no haya problemas... Tengo que hacer esto por disciplina de partido, entiéndelo". 

La liquidación del movimiento popular y el nacimiento de la partitocracia

Durante ese periodo el movimiento popular afronta peligrosos pulsos en la calle, enfrentándose contra las fuerzas policiales con el objetivo de provocar la ruptura democrática. Pero el reformismo franquista tiene claro que para que triunfe la "reforma controlada" hay que terminar con la resistencia organizada y establecer un "consenso" con las direcciones de los grupos que tienen mayor influencia en la izquierda. No resulta fácil desmontar las estructuras populares que se han ido creando durante los dos últimos decenios de la dictadura. Sin embargo, en la liquidación de los movimientos populares estará el origen de la partitocracia corrupta que se acabará imponiendo. El sistema electoral que se diseñó y el propio funcionamiento del Congreso de los Diputados contribuirán decisivamente a provocar una ruptura definitiva entre los políticos profesionales y sus votantes.

La Junta Democrática, el organismo unitario que fue presentado en París en 1974 bajo la inspiración del PCE, irá perdiendo garra a medida que la Transición avanza. Renunciará a la "formación de un gobierno provisional", una de sus principales reivindicaciones políticas. La otra, la "amnistía total", se conseguirá solo gracias a que las manifestaciones populares, convocadas sin el apoyo de los partidos mayoritarios de la oposición, lograron arrancarle al poder la libertad de quienes pagaban con la cárcel su lucha contra la dictadura. Para que ello fuera posible fue necesario que las calles se tiñeran con la sangre de muchos jóvenes estudiantes y obreros. La reivindicación de la "independencia judicial" fue definitivamente olvidada. Asimismo, la exigencia de la Junta Democrática de "una consulta para elegir entre monarquía o república" desapareció por arte de magia de las reivindicaciones clave de ese organismo unitario.

Las amenazas de golpe de Estado fueron una constante durante la Transición. El fantasma de la involución convierte en "salvadores" del proceso de cambio a los reformistas del franquismo y al propio Rey. García-Trevijano, uno de los fundadores de la Junta Democrática, escribe en su libro "El discurso de la república": "Cuando se propaga el temor social a un peligro inexistente es porque la clase o el partido gobernante están en peligro real de perder el poder. Y echando sobre el pueblo el miedo propio consiguen una nueva legitimación para seguir dominándolo. Esto sucedió al final de la dictadura, con la cínica propaganda de un peligro irreal de guerra civil, para justificar el consenso moral de la transición contra la ruptura democrática".

Las propias direcciones de los grandes partidos, que ya buscan su propio espacio en el sistema, propagan el mensaje de que es necesario un pacto de las fuerzas democráticas con el régimen franquista con el objetivo de impedir una nueva guerra civil o un golpe militar. Todo ello se argumenta cuando el poder lo continúan detentando quienes han desempeñado papeles claves durante los casi 40 años de dictadura. La Transición democrática se convierte, pues, en el silencio de los corderos. 

Los Pactos de La Moncloa

La primera escenificación del consenso "oficial", después de las elecciones generales de 1977, lo constituye la firma de los Pactos de La Moncloa, que incluyen acuerdos de contenido político y económico suscritos en octubre de 1977. Dentro de la lógica habitual del suarismo, la ceremonia de rúbrica, encabezada por el presidente del Gobierno, es solemnemente retransmitido en directo por RTVE. El peso de los acuerdos -en la práctica un plan de estabilización- recae sobre los trabajadores y ello provoca numerosos acciones de protesta.

Los Pactos suponen la cesión de numerosas conquistas obreras conseguidas a lo largo de decenios de lucha. Se imponen topes salariales muy por debajo del aumento del índice del coste de la vida, y además se aplican con carácter retroactivo. También se facilita el despido.

A partir de entonces, la debilidad del movimiento obrero es cada vez mayor. Aquí se marca el punto de inflexión entre el sindicalismo reivindicativo y la burocratización subsidiada por el propio Estado.

Santiago Carrillo defiende la necesidad de apoyar los Pactos esgrimiendo nuevamente "el peligro que se cierne sobre la democracia". Caries Navales, destacado sindicalista de CCOO en el Bajo Llobregat, diría años más tarde: "A la clase obrera española hay que reconocerle que priorizara la necesidad de consolidar la democracia, aunque ello fuera a costa de perder muchos puestos de trabajo". Las cifras resultantes de aquella operación de "consenso" son altamente reveladoras: el número de ocupados españoles, 12,5 millones en 1977, desciende continuamente durante los doce años siguientes. 

El que fuera ministro de economía de Suárez, José Luis Leal, agradecía de esta forma a los dirigentes de la izquierda su labor en la neutralización del movimiento obrero, en un artículo publicado en El País el 25 de octubre de 2002, con motivo del 25 aniversario de aquellos Pactos: "El compromiso de los líderes políticos del momento hizo posible la neutralización política de los previsibles efectos sociales del ajuste económico".

Se producen paros y manifestaciones en rechazo de aquellos infames acuerdos. Y, como sucedió a lo largo de toda la "transición pacífica", la dura represión policial continuó dejando un reguero de heridos en su recorrido. Cada nueva muerte provocada por la ultraderecha o por la represión de las fuerzas de orden público tiene un efecto contradictorio: por una parte, lanza a la gente a la calle y, por otra, arroja cada vez más en brazos del franquismo reciclado a Carrillo y a otros representantes de la oposición.

La táctica de los reformistas pertenecientes al aparato del Estado franquista, empeñados en desactivar al enemigo, termina alcanzando sus objetivos: no hay ni ruptura, ni corte histórico, ni depuración de los aparatos represivos. Franco, a través de sus más directos herederos -el Rey, Suárez, Martín Villa...- fue el que realmente comandó la operación de la denominada "Transición democrática". Con el beneplácito de los políticos opositores, -PSOE, PCE, PSP…- se corrió el telón sobre las innumerables víctimas del ilegítimo régimen militar sangrientamente nacido del 18 de julio de 1936. 

Por ello, hoy no debe resultar extraño que con la crisis económica aquel modelo político inaugurado con la Transición haya entrado en una aceleradísima fase de descomposición. Y con él, todas las instituciones construidas en un todo compacto durante aquel periodo: monarquía, poder económico, partidos mayoritarios, judicatura, grandes centrales sindicales, medios de comunicación... Todo el el bloque creado en los laboratorios de la Transición parece tambalearse peligrosamente. Otra cosa es que la debilidad de una sociedad sometida a su desarticulación sistemática, durante los últimos treinta y cinco años, permita o no que esos sectores e instituciones en crisis profunda sean capaces de recomponerse, renovando sus fachadas sin cambiar -una vez más- nada de lo esencial. Pero esa historia está todavía por escribir.

Fuente: Rebelión

lunes, 24 de junio de 2013

Crece la presión para que España investigue los crímenes del franquismo

Ejecuciones sumarias, desapariciones forzadas, torturas, detenciones arbitrarias, exilio, trabajo forzoso, secuestro masivo de niños. Un plan sistemático y generalizado de extermino de disidentes políticos. Podríamos estar hablando de las dictaduras militares de Argentina, Chile, Brasil o Alemania, por ejemplo. Pero no, hablamos de España, del pasado reciente de nuestro país. Hablamos de los 150.000 casos de desapariciones forzadas, incluidos 30.000 niños, ocurridos en España durante la Guerra Civil y posterior represión franquista entre 1936 y 1975. Hablamos de crímenes de lesa humanidad que hoy, cuarenta años después del fin de la dictadura, siguen sin ser investigados... eldiario.es

jueves, 20 de junio de 2013

El papel de la Movida. Arte sobre papel en el Madrid de los ochenta (Museo Abc)




Más que una muestra sobre la Movida madrileña esta exposición es, tal y como el subtítulo aclara, un muestreo del arte sobre papel que se generó en Madrid —o confluyó en esta ciudad— y del influjo que ese movimiento tuvo en el panorama artístico de aquellos años: de su mano se abrieron muchas puertas interdisciplinares que hasta entonces parecían muy bien cerradas, y nació, entre otras muchas iniciativas, una sección tan renovadora como fue en su momento «Gente y aparte», que vio la luz en las páginas sabatinas de ABC en abril de 1987, cuando parecía llegado el momento de recapitular —si aplicamos el criterio de Warhol para medir las décadas— sobre unos años tan movidos como irrepetibles.
Sin ser una exposición sobre la Movida, aunque la incluya, esta muestra trata de poner en valor el arte sobre papel y el papel del arte en la década más intensa de que tengamos memoria los españoles todavía en vida: tanto en sentido literal,
porque todas las obras que en ella se presentan tienen como único denominador común el papel como
soporte, como también poniendo el acento sobre el papel dinamizador que desempeñó ese movimiento artístico y social en el despertar de una ciudad que, por ser la capital de un estado centralista y cerrado sobre sí mismo, había sufrido durante décadas la casposa condena de su capitalidad. Y este efecto contagioso de creatividad rompiendo esquemas es, más allá de sus propios logros formales, el verdadero papel de la Movida.
Aunque varias obras están fechadas en el segundo lustro de los setenta y hacen las veces de prólogo, esta exposición es una visión intimista y casi secreta de la década más descarada y explosiva del último medio siglo en España, porque una buena parte de las creaciones que la conforman no se había expuesto antes, bien por ser material de trabajo —como en el caso de los figurines de moda, los guiones de cine, los manuscritos literarios y los originales de pintores para la edición de serigrafías—, porque pasaron directamente de las manos de sus creadores a las de sus propietarios —como ocurre con muchas de las pinturas y dibujos exhibidos— o porque solo pudieron verse en su día muy fugazmente, como es el caso de las obras de «Gente y aparte» —solo en el diario ABC de aquellos sábados— o de la selección de portadas originales de LP creadas por artistas de muy diversas disciplinas y procedencias para la exposición Su disco favorito, de 1981.
A través de sus distintas secciones se trata de recuperar el espíritu de unos años verdaderamente fascinantes y es, por eso mismo, una historia sobre la inocencia, la ambición, la soledad, la pérdida y el deseo de vivir y de crear, plasmados sobre un papel. Es, en definitiva, una exposición de las muchas posibles sobre estos años, que son inabarcables de puro intensos, y sobre el papel del papel. Museo ABC.
Esta exposición pretende acercar a las nuevas generaciones la producción artística de aquellos años de eclosión creativa y social, pero también reivindicar el protagonismo del papel como soporte, como bien señala el subtítulo de la muestra. ‘Arte sobre papel en el Madrid de los ochenta’, y constatar cómo influyó aquel movimiento sobre la cultura generada en aquellos años.
Sin duda, en la década de los ochenta se consumían cantidades ingentes de papel, para expresarse, para reivindicar, para comunicar…Desde los simples folios –donde se dibujan las primeras ideas–, a los pliegos de las múltiples revistas de vida efímera de la época, pasando por las cartulinas donde se estampaba la abundante obra gráfica. Este material, el papel, se convirtió en la seña de identidad de la época y, hoy, en un elemento antropológico necesario para entender lo que aconteció entonces.
La Movida –cuyo nacimiento muchos críticos sitúan en torno a 1977– es para algunos cronistas, pasados los años, un acontecimiento con muy pocos nombres propios: Almodóvar, McNamara, Alaska,… pero hubo muchos más integrantes. No fue un movimiento propiamente dicho, nunca tuvo un manifiesto teórico, solo la coincidencia en las calles de Madrid de un grupo muy amplio de mentes creativas que querían manifestarse y, cómo no, pasárselo bien.
500 obras y 200 creadores
Sin poder llegar a hacer un recorrido enciclopédico, –es inabarcable–, se ha intentado mostrar el mayor número posible de obras –casi 500– donde el papel, como soporte, es testigo de la efervescencia de los ochenta.
La exposición reúne a más de 200 creadores y demuestra que fue época de muchas copas, pero también de mucho trabajo. Están representadas todas las disciplinas artísticas: los dibujos de Ceesepe, Fernando Vicente y El Hortelano, los cómics de Nazario, Mariscal y Kiko Feria, los diseños de Manuel Piña, Pepe Rubio y Jesús del Pozo, las fotografías de Alberto García-Alix, Miguel Trillo y Pablo Pérez-Mínguez, las portadas de Óscar Mariné, Juan Gatti y Diego Lara…
Están Costus –se cuenta que todo se empezó a cocinar en su piso de la calle de la Palma– mezclados con trabajos de Ouka Leele, Manolo Quejido y Carlos Franco, y la literatura de Vicente Molina Foix, Eduardo Mendicutti y Luis Antonio de Villena, el cine de Almodóvar y Colomo –se exhiben originales de guiones de sus películas– o letras de canciones de Alaska, Luz y Gabinete Caligari.


Una joven democracia
Este cúmulo de creatividad situó a la capital en el circuito cultural internacional y fue el escaparate de una joven democracia que deseaba abandonar el gris de décadas anteriores para mostrar una nueva cara.
En agosto de 1983, el periódico francés Le Monde escribía en una crónica sobre la ciudad: “Nueva York, Londres, Ámsterdam… apenas resisten la comparación con un Madrid transformado que rivaliza con las grandes metrópolis de la modernidad”.
La muestra permitirá, en la distancia, abrir el debate sobre la importancia de aquel movimiento y su peso en la cultura española, cuando ya se han cumplido dos décadas de su muerte oficial que coincide, para algunos de sus protagonistas, con la sevillana Expo’92. Y tal vez, para encontrar puntos de encuentro entre posturas tan antagónicas como los que aseguraban que nunca existió y aquellos otros que la equipararon con la Generación del 27 de Alberti, Lorca o Cernuda.


Seis capítulos
Dividida en seis capítulos –pintura e ilustración, fotografía, diseño gráfico y música, moda, cine, letras y prensa–, esta exposición, que no es una muestra sobre la Movida, sino sobre su papel y el papel que generó, es, según su comisario Pablo Sycet Torres, también una reflexión sobre la relación de ósmosis entre todas estas disciplinas, hasta diluir sus límites formales y así llegar a extenderse más allá de sus territorios naturales, porque la renovación de usos y costumbres que supuso aquel movimiento –a caballo entre dos décadas– también es una parte importante de El papel de la Movida. Hoyesarte

sábado, 15 de junio de 2013

El Cesid creó un grupo especial para ayudar a Tejero en el 23-F (El Mundo, 22 de Febrero de 2001)

Tejero: "Lo que yo quisiera es que alguien me explicara lo del 23-F, porque yo no lo entiendo"

Los 15 libros fundamentales para conocer el golpe de Estado del 23-F (eleconomista.es 14/04/2009)

A Sabino Fernández Campo le gusta afirmar que ha leído todo lo que se ha publicado sobre el golpe pero sigue sin saber qué es lo que, realmente, pasó. "Es un rompecabezas al que faltan muchas piezas y donde hay extremos sin aclarar", suele decir.

"¡Al suelo, coño!". La orden del teniente coronel Antonio Tejero al irrumpir en el Congreso de los Diputados, pistola en mano al frente de un grupo de guardias civiles, todavía sigue siendo una frase llena de conjeturas.

El historiador Alfonso Pinilla sostiene que "el 23-F no fue sólo un golpe franquista. Su espoleta sí, su puesta en escena sí, su chivo expiatorio con tricornio y pistola en mano sí. Pero el golpe es mucho más que un puro y simple pataleo de los nostálgicos". Eso es, la conspiración fue más compleja de lo que se admite.

Al golpe de Estado en las audiencias -la miniserie 23-F: El día más difícil del Rey con Lluis Homar haciendo de Don Juan Carlos?, le sigue ahora otro en formato libro. Sí, Javier Cercas y su Anatomía de un instante (Mondadori) promete encabezar listas de ventas. ¿Pero qué cuenta?

Posiblemente, nadie como Cercas para que, al menos, alguien nos lo cuente con rigor, despacito y buena letra. Es la crónica pulcra y atractiva de un capítulo negro en la reciente historia de España. Pero seguiremos sin enterarnos. O no. El propio Tejero se lo dijo al fiscal durante el juicio: "Lo que yo quisiera es que alguien me explicara lo del 23-F, porque yo no lo entiendo". Pues a eso vamos.

La memoria de testigos
El novelista Javier Cercas (Ibahernando, 1962) ha expoliado la memoria de testigos y leído durante años sobre el 23-F. Su narración atesora el valor de ser la visión de un escritor que ha querido contar su propia crónica, la de su generación. La que en ese momento era quinto en los cuarteles.

Nadie lo había contado así, pero el rastro de la lectura de Cercas no apunta nada nuevo, acaso más allá que al negarle la mayor a Adolfo Suárez, en cierto modo, se abonaba el campo para la asonada. Suárez, Carrillo y Gutiérrez Mellados manteniendo en pie su dignidad frente a un Tejero que gritaba. Al suelo, coño, todos menos ellos tres. Y Cercas se para, se detiene para contarnos el golpe a partir de ese instante.

Nada de lo que ya no se haya contado, en cualquier caso. En el centenar, casi, de libros, incluyendo ensayos, reportajes, crónicas, testimonios, memorias y autobiografías, exceptuando novelas, género que aún, ni el propio Cercas de Soldados de Salamina (Tusquets), ha sabido cómo hincarle el diente a un asunto que sigue levantando pasiones. Como tampoco los historiadores profesionales. A la espera, supongo, de papeles que demuestren x o b.

Injurias a la Corona
Ahí está, por ejemplo, el juicio al alcalde de Puerto Real (Cádiz), José Antonio Barroso, por injurias a la Corona. Un asunto el 23-F que, en su complejidad y totalidad, nunca probablemente logremos saber qué pasó, pero tras la lectura de esta bibliografía imprescindible, seguramente, cubramos todos sus flancos.

Diez ángulos para ver el 23-F, o como ya se ha dicho, "una asonada de opereta que se saldaría con un total de 37 balas disparadas en el hemiciclo del Congreso de Diputados". Cinco periodísticos y otros cinco militares. Alguna vez habría, por cierto, que recopilar lo que dicen en sus memorias políticos como Suárez, Calvo-Sotelo, Carrillo, Fernández Ordóñez, Fraga, Gutiérrez Mellado, Herrero de Miñón, Martín Villa...

Los periodistas:
1. 23-F, la verdad (Plaza & Janés, 2006). Francisco Medina hizo un apasionante reconstrucción del Golpe Militar, primando los testimonios de militares que fueron testigos privilegiados. Lo más interesante, en cualquier caso, proviene de voces que guardan su anonimato, como aquel general que afirma que "aún queda por descubrir casi todo lo importante". La idea, según el autor, era que un voto de censura al Gobierno permitiese al Rey encargar el gobierno a Armada, para rectificar la situación. La intervención de Tejero no haría sino precipitar los acontecimientos.

2. 23-F, la historia no contada (Ediciones B, 2006). José Oneto ha ido reeditando y ampliando el volumen que ya dedicó inmediatamente a reconstruir la crónica de aquel "martes helado y brumoso", como afirma Cercas, y que titulo "La noche de Tejero". Pero quedémonos con Oneto veinte años después: "Desde mi perspectiva personal y del conocimiento del golpe de Estado, al que he dedicado tres libros, el último de los cuales alcanzó una venta récord con seis ediciones, no se han puesto sobre la mesa datos nuevos que sirvan para aclarar, sobre todo, el papel fundamental que los servicios secretos del Cesid (Centro Superior de Información para la Defensa), reconvertido ahora en CNI (Centro Nacional de Inteligencia), desempeñaron en el golpe, hasta el punto que fueron los instigadores y los organizadores de algo que se sigue atribuyendo, casi exclusivamente, al teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero".

3. 23-F- El golpe del Cesid (Planeta, 2006). Jesús Palacios mantiene que el golpe de Estado fue una trama urdida por el Cesid en la que también estaban implicados el Ejército y los partidos políticos. Además, el autor que el "Rey Juan Carlos tuvo conocimiento de la operación, aunque no de cuándo y cómo se iba a producir". Cercas admite que su lectura fue decisiva para apartar definitivamente de sus intenciones la idea de escribir una novela.

Dice Palacios: "El golpe de Estado en ningún momento pretendió restaurar el orden preconstitucional, sino que tenía como objetivo final un gobierno de concentración, en el que incluso Felipe González podría haber sido el vicepresidente, que derribase al Ejecutivo de Adolfo Suárez. El general Alfonso Armada sería el encargado de encabezar ese gobierno que debía ser ratificado por el Rey, cuya confianza tenía".

4. El enigma del elefante (Aguilar, 1991), Joaquín Prieto y José Luis Barbería dejaron bien sentado que el general Armada era 'la autoridad militar' que asumiría el Gobierno golpista, o sea, el elefante blanco, o según Tejero, "el elemento que encabeza la manada en el momento del ataque", definición que atribuía al comandante Cortina. Cercas sigue a estos autores a pies juntillas.

Escribían entonces: "El interrogante sobre la identidad del Elefante Blanco ha alimentado morbosamente el pretendido misterio del 23F, hasta erigirse en el símbolo del enigma. Y, sin embargo, es probable que el misterio creado en torno a esa figura, que Antonio Tejero descubrió al juez instructor un mes y medio después del golpe frustrado, haya servido, precisamente, para encubrir la falta de verdadero misterio".

Aunque, los autores dejan claro que, probablemente, la "autoridad militar, por supuesto" anunciada en el congreso por el Capitán Muñecas era el general Luis Torres Rojas, y no es mismísimo "Elefante blanco" como se creía.

5. El elefante blanco: la investigación más completa sobre el 23-F (Ediciones B, 2000), Francisco Mora ya publicó apenas un año después del intento de golpe de Estado "Ni héroes ni bribones: los héroes del 23-F" (Planeta, 1982). Como él numerosos cronistas parlamentarios -aunque no todos estaban en la famosa tribuna de prensa- firmaron títulos con sus crónicas de aquella jornada.

Por ejemplo, 'El golpe: anatomía y claves del asalto al Congreso', de Julio Busquets, Miguel Ángel Aguilar e Ignacio Puche; 'El ejército calla', de Joaquín Aguirre Bellver; 'La noche de los transistores', de Rosa Villacastín y María Beneyto, y 'Todos al suelo: la conspiración y el golpe', de Ricardo Cid Cañaveral.

6. Con la venia... yo indagué el 23-F (Plaza & Janés, 2001), Pilar Urbano fue, entre todos estos, la más madrugadora. Ella aún afirma que tampoco se tiró al suelo. Lo cierto es que no estaría mal que la Urbano reescribiera su libro. A Lluis Amiguet en 'La Vanguardia' le dijo que sólo ha contado el 30 por ciento de lo que sabe.

Y se explaya: "Armada y Tejero se vieron el 21-F. No se habían visto nunca antes... Armada niega el encuentro pero Tejero lo confirma. En el diálogo, que tuvo lugar en penumbra, Armada comunica a Tejero fecha y día del asalto al Congreso. Lo cierto es que Armada se presenta en el Congreso cuarenta y ocho horas después y le dice a Tejero:"Soy el general Armada" ¿Para que se identifica si ya se conocían? Yo creo que el Armada de la primera reunión era un agente del Cesid mandado por Antonio Cortina".

7. El 23-F: Los cabos sueltos (Temas de Hoy, 2001), Diego Carcedo, veinte años después, pasó lista de todos quiénes participaron en el 23-F. Él mantiene que el Rey no aceptó un gobierno de "salvación nacional", aunque "tuvo oportunidad de hacerlo a lo largo de aquel día".

Además, sostiene que "es evidente que fueron juzgados 32 militares, que entre ellos estaban los cabecillas del golpe, pero que desde luego no estaban todos ni muchos menos tenían responsabilidades en la conspiración". Como todos los que se han acercado al tema, se pregunta sobre el silencio de Tejero y el que mantuvo Adolfo Suárez.

Los militares:
8. Apuntes de un condenado por el 23-F (Espasa, 2005). José Ignacio San Martín López, fallecido en junio del 2004, era jefe de Estado Mayor de la División Acorazada Brunete y condenado a diez años de cárcel. Dejó este libro con el encargo de que se publicara póstumamente. Su hijo, teniente coronel en la reserva, fue quien se encargó de ello.

El coronel San Martín confirma, por ejemplo, la tesis de distintos golpes que confluyeron, y que Tejero pudo con todos. Pero duda de que se pueda hablar de 'golpe de Estado'.

Su hijo lo explica: "Decía que cuando se hace un golpe de estado es para cambiar el régimen. Y no se pretendía eso, sino más bien el golpe de timón del que andaba hablando Tarradellas, a través de la operación De Gaulle-Armada, con un gobierno de salvación para resolver los problemas concretos. Pero no una vuelta al franquismo. Y no funcionó porque cuando Armada le presentó la lista de gobierno, Tejero dijo que él no había ido allí para eso: había nombres de socialistas, comunistas...".

9. Diecisiete horas y media, el enigma del 23-F (Taurus, 2001), Javier Fernández López era capitán de ingenieros en 1981. Aquella noche está al frente del grupo de transmisiones y no durmió, temía ser represaliado por sus ideas "aperturistas" si el golpe seguía adelante. Hoy es comandante en la reserva y autor de varios libros sobre el Ejército durante la transición.

Finalmente reconstruyó la noche más célebre en la Carrera de San Jerónimo, contando con "el testimonio de muchos militares y guardias que no se habían atrevido a hablar o que no lo habían hecho para proteger a alguien".

Y cita el juicio: "El teniente Ramos Rueda fue el que intentó derribar a Gutiérrez Mellado y el que le puso una pistola en la espalda al general Aramburu, pero nadie le identificó en el juicio. Imperó la ley del silencio". Y confirma lo que ya se sabía acerca de su fracaso: "La preparación fue chapucera. Y el Rey, desde el primer momento, se puso en contra".

10. Algo más que el 23-F (La Esfera de los Libros, 2004). Javier Calderón Fernández, ex director del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) y Florentino Ruiz Platero, coronel de Artillería que estuvo bajo su mando, afirman que el 23-F sigue siendo "una historia mal contada".

Ellos, por su parte, mantienen la no implicación de los Servicios de Inteligencia en la trama del golpe de Estado que pudo frustrar el camino a la democracia emprendido por la sociedad española. Y confirman, en cambio, la confluencia circunstancial de varias acciones golpistas de muy diferente grado.

11. 23-F: ni Milans ni Tejero (Foca Ediciones, 2001), Juan Alberto Perote, que era oficial de servicio en el CESID aquella noche y estuvo preso en Alcalá de Herares con Tejero condenado por escuchas ilegales realizadas entre 1983 y 1991, contesta. Ni Milans ni Tejero. Entonces, ¿quién? "Cuatro personas inventaron el 23-F: Cortina, San Martín, Milans, Tejero. Pero ni Tejero ni Milans conocían el guión. Tejero era un simple comparsa". Por cierto, que sostiene que Javier Calderón estaba al corriente.

12. 23-F, la pieza que falta (Plaza & Janés, 1998) y 23-F: Las dos caras del golpe (Áltera, 2006). Ricardo Pardo Zancada fue condenado a doce años de prisión por su participación en el golpe. Comandante de Estado Mayor, actuó como enlace con Milans del Bosch, capitán general de Valencia.

Y vuelve a acusar a Armada, que no fue encontrado culpable en el juicio de Campamento, así cómo destaca el papel de Tejero, más fundamental de lo que parecía. Y llega a acusar al Rey de estar al corriente de lo que se planeaba.

13. Al servicio de la Corona (Planeta, 1983). Alfonso Armada escribió, o dictó, sus decepcionantes memorias con extrema rapidez. Decepcionante porque apenas entraron en lo que la gente quería: detalles. En 'Conversaciones con Alfonso Armada', de José Manuel Cuenca (Actas, 2001) se adentra un poco más en la intrahistoria del 23-F, pero todo el mundo, los que le conocían y no tanto, que la verdadera historia se la ha guardado. Seguramente, para siempre.

14. Mi 23-F: historia de un maletín (Imagine Press, 2006), Gil Sánchez-Valiente Portillo y su famoso maletín llegaron hasta la máquina de la verdad. En fin, algunos confían en que aquellos papeles firmados por el Rey -si existieron alguna vez- tendrán las claves del golpe.

Por su parte, el capitán que dio cobertura a Tejero hasta su llegada al Congreso y presunto portador de los mismos desmonta la idea de que hubiese habido un pacto secreto con el gobierno socialista para lograr lo que fuera, aunque afirma que "prácticamente todos los políticos relevantes de aquel entonces sabían que se estaba preparando una crisis cuya salida pondría al general Alfonso Armada en la presidencia del Gobierno".

15. La sombra del Rey (Temas de Hoy, 1995), de Manuel Soriano, y S. F. C. Un hombre de Estado (Planeta, 2000), de Javier Fernández López, se adentran en la biografía del jefe de la Casa del Rey, deteniéndose en el capítulo del golpe de Estado. Es la visión autobiográfica de personajes fundamentales, para bien, o para mal, como en el caso de Los Milans del Bosch (Edhasa, 2005), en el desarrollo del golpe.

Y mucho más. Al bibliografía del 23-F no se detiene, ni aquí ni ahora. Seguirá dando mucho que hablar, no tiene punto final. Habría que nombrar, por ejemplo, las memorias del proceso judicial de José María García Escudero o libros como Las fuerzas del cambio: cuando el Rey dudó. El 23-F y otros ensayos sobre la Transición (Editorial Prensa Ibérica, 1997), de Pedro de Silva, curioso porque el ex presidente del Principado de Asturias no sólo minimiza el papel del Rey, sino que da pie a preguntarnos porque los políticos que se vieron envuelto, de un modo u otro, en aquella noche apenas le han dedicado algún capítulo de sus memorias (de Felipe González y Alfonso Guerra a José María Múgica; o el mismísimo Manuel Fraga).

23-F. El golpe que nunca existió (Foca Ediciones, 2001), de Amadeo Martínez Inglés, nos sirve para resumir otros libros, como los de Ricardo de la Cierva (Claves del 23-F : el elefante blanco, Ediciones de la Universidad Complutense de Madrid, 1997, y El 23-F sin máscaras : primera interpretación histórica, Editorial Fénix, 2007) o Juan Blanco Ortega (23-F: crónica fiel de un golpe anunciado, Fuerza Nueva, 1995), que han sido desestimado por muchos historiadores o analistas, pero que están ahí.

jueves, 13 de junio de 2013

Juan Ramón, poemas entre el infinito y la carne

La primera edición de ‘Apartamiento’, con 40 inéditos, y 12 poemas nuevos de ‘Libros de amor’ arrojan más luz sobre el poeta
Quizá porque la obra de Juan Ramón Jiménez fue una incesante búsqueda de algo inalcanzable (llámese perfección, Dios, verdad o belleza), el poeta sigue dando, 55 años después de su muerte, sorpresas. La edición de Apartamiento, libro hasta ahora disperso, escrito por el de Moguer a principios entre 1911 y 1912, puede considerarse como una novedad absoluta, a pesar de que muchos de sus poemas, sobre todo los de su tercera parte, Bonanza, hayan sido ya publicados. El volumen que saca ahora a la luz la editorial Linteo (que también publica una tercera edición ampliada y revisada —con 12 poemas nuevos— de Libros de amor) ofrece por primera vez el conjunto de Apartamiento, que incluye 40 poemas y textos estrictamente inéditos y que nos abren las puertas de un libro-camino que confluye en una invocación final: Dios. por Elsa Fernández-Santos, EL PAIS.

Los nuevos poemas de 'Libros de amor'

Algunos poemas inéditos de 'Apartamiento'.


miércoles, 12 de junio de 2013

Almodóvar cree que en España debería haber un referéndum sobre la monarquía


Los Ángeles (EEUU). (EFE).- El director Pedro Almodóvar dijo hoy durante la presentación de "Los amantes pasajeros" en Los Ángeles que considera que en España debería haber un referéndum acerca de la continuidad de la monarquía parlamentaria en el país. Leer más.


martes, 11 de junio de 2013

Cierre archivo Ministerio Asuntos Exteriores (08/06/13)


El catedrático y jefe del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Carlos Pereira, y el profesor del mismo departamento, Carlos Sanz, explican la importancia de este tipo de archivos y los problemas que crea su cierre, que transcienden el hecho obvio de que obliga a suspender numerosos trabajos de investigadores españoles y extranjeros. El punto de partida del programa son unos minutos de una grabación realizada en 2004 en RNE a un español del exilio, Alejandro Finisterre, en la que denunciaba el papel jugado por el franquismo desde 1954, año del derribo de Jacobo Arbenz, en la escalada de la represión de los movimientos populares en Guatemala, cuyo clímax serán los meses de gobierno del general Ríos Montt en los años ochenta de pasado siglo.

sábado, 8 de junio de 2013

Comunicado de H-SPAIN dirigido al Gobierno y a los distintos grupos parlamentarios de España:


Haciéndonos eco del profundo malestar producido entre historiadores, archiveros, periodistas y otros grupos sociales por el cierre indefinido e injustificable del acceso a documentos históricos del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación y del Ministerio de Defensa de España, desde H-SPAIN solicitamos a las autoridades competentes la inmediata reapertura de dichos fondos y la garantía de su accesibilidad para todos los investigadores en el plazo más breve posible.

Consideramos que de ninguna manera cabe justificar las trabas que se está imponiendo al acceso a dicha documentación histórica por medio de argumentos inverosímiles sobre el riesgo que su difusión entrañaría para la defensa y la seguridad del Estado o para las relaciones de España con terceros países. 10.000 documentos de Defensa de los años 1936 a 1968 estaban listos para su desclasificación, tras el preceptivo examen, antes de que el Ministerio cancelara su publicación en mayo de 2012 en una decisión que cabe considerar, como mínimo, de arbitraria. Menos se comprende aún que el Ministerio de Asuntos Exteriores haya declarado “secreta” o “reservada” la práctica totalidad de su documentación, incluyendo los fondos históricos de su archivo –compuestos por papeles diplomáticos del siglo XV al XX- que habían sido consultados hasta entonces sin mayores impedimentos por parte de historiadores de todo el mundo.

Que la respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores a las denuncias de esta situación haya sido cerrar a los investigadores el acceso a su Archivo General, en septiembre de 2012, y dispersar sus fondos entre el Archivo Histórico Nacional y el Archivo General de la Administración sin comunicar si esos fondos serán algún día consultables de nuevo, y en su caso cuándo y en qué condiciones -lo que hace temer nuevos obstáculos y demoras que sumar a las que sufrimos desde hace casi dos años-, no hace más que ahondar en la enorme preocupación que genera la actual situación.

El acceso y libre disposición de estos fondos históricos, dentro de los plazos y límites marcados por la actual normativa, no solamente constituye un derecho de los españoles, sino también un deber moral del ejecutivo. No se trata tan sólo del enorme perjuicio que se está causando a innumerables proyectos de investigación histórica tanto en España como en el extranjero, sino también del daño a la imagen y el prestigio del país más allá de nuestras fronteras, así como de la degradación de la calidad de la democracia española que se derivan de unas decisiones que nos alejan de los estándares europeos e internacionales de protección de derechos democráticos básicos como el de libertad de información e investigación, el acceso al patrimonio y la cultura, y el control y rendición de cuentas por parte del gobierno y la administración pública.

En este sentido, instamos a nuestros gobernantes a que, rectificando su actual política, cumplan con los instrumentos internacionales que España ha suscrito en materia archivística y de documentación, como son la Recomendación Nº R (2000) 13 del Comité de Ministros del Consejo de Europa sobre una Política Europea en Materia de Comunicación de Archivos, y el Convenio del Consejo de Europa sobre el Acceso a los Documentos Públicos (Tromsø, 18 de junio de 2009).

No se trata de una petición de unos pocos para unos pocos. Si bien este llamamiento parte del mundo académico, es a la sociedad en su conjunto a la que se está negando el derecho a conocer por sí misma, al margen de interpretaciones oficiales e interesadas, su propio pasado. No puede haber auténtica democracia allí donde no se garantiza a los ciudadanos el derecho a generar una visión crítica del propio desarrollo histórico basado en el acceso al patrimonio documental común.

Firmando esta solicitud, pedimos al Gobierno que adopte cuantas medidas sean precisas para garantizar el acceso de los investigadores, profesionales o no, a los fondos documentales de estos archivos y en el plazo más breve posible. Solicitamos asimismo a los distintos grupos parlamentarios que exijan y respalden estas medidas, así como que controlen su cumplimiento. Instamos también a toda la sociedad que apoye esta petición, para que pueda hacer del conocimiento crítico de su pasado la mejor guía para una construcción consciente de su futuro.

Todos aquellos que deseen adherirse deben enviar a h-spain@h-net.msu.edu los siguientes datos: nombre y apellidos, institución académica de pertenencia (o "investigador independiente" en su defecto) y número de DNI o pasaporte (el cual no se hará público). En el caso de tratarse de un organismo, se deberá enviar el nombre de dicha institución y el de la persona que la represente, con su número de DNI o pasaporte.

"une Nation d’illettrés"

 “Les connaissances des jeunes entrant en quatrième en 2023 ont fait l'objet d'une évaluation nationale portant sur 7 039 établissem...