Para entender qué es el art thinking se necesita art thinking. Puede sonar a trabalenguas, pero si decimos que su objetivo es que los alumnos se motiven en clase, que tengan pensamiento crítico y que sean capaces de abordar los problemas de forma creativa, el esfuerzo de entenderlo empieza a merecer la pena.
Empecemos por el principio. ¿Qué ha pasado en las clases para que los niños se interesen cada vez menos en aprender? ¿Han perdido los colegios su atractivo para los más pequeños? El art thinking parte de estas preguntas. Y echa la culpa al sistema: “La educación no se ha adaptado a las revoluciones de los últimos años y ha provocado un desajuste entre el sistema educativo y la realidad social. Las aulas han perdido todo su atractivo, es necesario recuperar la erótica del aula”, afirma María Acaso, que acaba de publicar junto a Clara Megías Art Thinking, cómo el arte puede transformar la educación.
Art thinking es llevar una sandía a clase y cortarla en forma de cuadrado
Art thinking es enseñar a través del arte. No enseñar arte, ni historia del arte, ni plástica… Es utilizar el arte para explicar matemáticas, geografía o literatura. Es, por ejemplo, que la profesora lleve una sandía a clase para explicar qué es el arte relacional y, sin decir nada, empiece a cortarla en forma de cuadrado frente a los alumnos. «La puse encima de mi mesa y ya ninguno de los estudiantes pudo despegar su mirada de ese objeto que tan poco tenía que ver con lo que parecía que debíamos hacer», afirma Acaso en el libro, donde habla también de las consecuencias del ejercicio: «Creó comunidad, desconfiguró el discurso vertical que estaba utilizando, sirvió como motor de arranque para un encendido debate sobre si el arte relacional era arte o no».