POÉTICA
A Felipe Benítez Reyes
Las cuatro de la tarde. Familiar devaneo.
Todavía la mesa está sin recoger. Se acostumbran las cosas a su oficio de ser compañías lejanas bajo un dulce mareo.
los últimos poemas de Pere Gimferrer.
Cierro los ojos, sueño con mi propia mujer,
comprendiendo el origen clerical del deseo.
Sus anuncios predican el placer de una fiesta,
esa niña dormida, el mar, los deportistas.
seducción fabricada por los oficinistas
para soñar el sueño tranquilo de su siesta.
el porqué de la luz y de la sombra.
Su palabra está viva, nunca nombra
la soledad sin nadie. Quiere atarse
y la sombra pisada en una puerta.
Con la certeza de la vida incierta,
el corazón pregunta lo que siente.
de últimas razones, tu muralla
de que a las nueve y media sale el talgo.
la luz cruel de la cafetería,
las sombras de la calle cuando salgo.
agradece tu vida a mis fantasmas
a la pasión que pongo en cada verso
por recordar el aire que respiras,
la ropa que te pones y me quitas,
los taxis en que viajas cada noche,
sirena y corazón de los taxistas,
las copas que compartes por los bares
con las gente que viven en sus barras.
Recuerda que yo espero al otro lado
de los tranvías cuando llegas tarde,
que, centinela incómodo, el teléfono
se convierte en un huésped sin noticias,
que hay un rumor vacío de ascensores,
querellándose solos, convocando
mientras suben o bajan tu nostalgia.
Recuerda que mi reino son las dudas
de esta ciudad con prisa solamente,
y que la libertad, cisne terrible,
no es el ave nocturna de los sueños,
sí la complicidad, su mantenerse
herida por el sable que nos hace
sabernos personajes literarios,
mentiras de verdad, verdades de mentira.
que puedo suicidarnos con romper una página.
que hablase de mis noches, nuestra noche,
la misma noche cálida de rostros conocidos,
en el mismo rincón, ya no hace falta
preguntar lo que bebe cada uno.
y todo sigue igual, abro despacio
la puerta fría de color madera,
intimidad con humo de luz almacenada,
y risas en el fondo,
y una voz que denuncia mi costumbre
de llegar siempre tarde.
mucho menos frecuentes estas noches,
y recuerdan inviernos negociados
con renta de amistad,
y tienen algo
de temblor fugitivo.
Las caras han cambiado, saben cosas
y se parecen más a nuestras vidas.
cuando pasa la noche y en la calle
duele la luz del alba,
tienen otra manera de mirarse,
un modo más avaro de pensar
en los años, en los meses, las semanas,
los días y las horas.
Será mejor llamarte reincidente.
dice ahora el poema,
con palabras que fueron escritas en un tiempo
de amores cortesanos.
Y en esta habitación del siglo XX,
muy a finales ya,
preparando la clase de mañana,
regresan las palabras sin rumor de caballos,
sin vestidos de corte,
sin palacios.
Junto a Bagdad herido por el fuego,
mi alma te ha cortado a su medida.
en la ciudad, tu coche, tus vaqueros,
la ley de tus edades,
y tengo miedo de quererte en falso,
porque no sé vivir sino en la apuesta,
abrasado por llamas que arden sin quemarnos
y que son realidad,
aunque los ojos miren la distancia
en los televisores.
saltando por encima de todas las catástrofes,
por encima de títulos y fechas,
las palabras retornan al mundo de los seres vivos,
preguntan por su casa.
pero sabe cambiar junto a nosotros,
aparecer vestida con vaqueros,
apoyarse en el hombre que se inventa un amor
y que sufre de amor
cuando está solo.
En el sofá
tendidas duermen las dos. Yo leo
Miro el televisor, hojeo las revistas.
Y pienso en
la poesía: es quizás como esta
II
Con Antonio Machado
La poesía no
debe preguntarse
a los ojos
de un ser, la luz que miente
Recuerdo
aquella cita, mi batalla
Palabras en
el tiempo todavía
Rimado de
ciudad, 1983.
RECUERDA QUE
TÚ EXISTES TAN SOLO EN ESTE LIBRO…
Recuerda que
tú existes tan solo en este libro,
Recuerda que
yo existo, porque existe este libro,
Diario
cómplice, 1987.
NUESTRA
NOCHE
Quisiera
perseguir algún poema
Escribir,
por ejemplo, puedo cerrar los ojos
Escribir,
por ejemplo, son ahora
Escribir,
por ejemplo, que los ojos,
Noche
eterna, tal vez
Habitaciones
separadas, 1994.
GARCILASO
1991
Mi alma os
ha cortado a su medida,
Todo cesa de
pronto y te imagino
A través de
los siglos,
Ya sé que no
es eterna la poesía,
Habitaciones
separadas, 1994.
"El
tono de poesía que más me interesa no es el de la iluminación o la retórica
manifiesta, sino el que se elabora en el truco de la sencilla confesión
amistosa, a través del artificio estético de la naturalidad. Ese es el mundo
poético que me facilita un ámbito de sinceridad moral, una justificación de mi
propia tarea. Ese es el mundo poético que me facilita un ámbito de sinceridad moral,
una justificación de mi propia tarea. Quizá
convenga aclarar que estamos hablando de poesía, y que en la tradición
literaria conceptos como el de realidad, naturalidad, sencillez, tienen su
propio sentido, algo más fértil que la mera repetición de que dos y dos son
cuatro (…) Tampoco se trata de utilizar palabras de mal olor
y escribir una épica existencialista de los retretes. Lo que está en juego es
una idea del personaje poético y del estilo literario, una manera de concebir
el artificio estético, a veces encaminado a generar distancias, ante la lengua
normal y las personas normales, a veces encaminado a
simular
identidades. El tono de poesía que más me interesa es aquel que no busca las
rarezas y las iluminaciones de las personas geniales, sino la singularidad
urbana y la capacidad sentimental de las personas normales. Dentro de este mundo de complicidad, más interesado en los vínculos
que en los desprecios, hay muchas posibilidades. Con mayor o menor acierto,
ésta ha sido, en su variedad, la dirección de mis libros."
Luis García Montero, Además, Madrid, Hiperión, 1994, p. 11.