Más que una muestra sobre la Movida madrileña esta exposición es, tal y como el subtítulo aclara, un muestreo del arte sobre papel que se generó en Madrid —o confluyó en esta ciudad— y del influjo que ese movimiento tuvo en el panorama artístico de aquellos años: de su mano se abrieron muchas puertas interdisciplinares que hasta entonces parecían muy bien cerradas, y nació, entre otras muchas iniciativas, una sección tan renovadora como fue en su momento «Gente y aparte», que vio la luz en las páginas sabatinas de ABC en abril de 1987, cuando parecía llegado el momento de recapitular —si aplicamos el criterio de Warhol para medir las décadas— sobre unos años tan movidos como irrepetibles.
Sin ser una exposición sobre la Movida, aunque la incluya, esta muestra trata de poner en valor el arte sobre papel y el papel del arte en la década más intensa de que tengamos memoria los españoles todavía en vida: tanto en sentido literal,
porque todas las obras que en ella se presentan tienen como único denominador común el papel como
soporte, como también poniendo el acento sobre el papel dinamizador que desempeñó ese movimiento artístico y social en el despertar de una ciudad que, por ser la capital de un estado centralista y cerrado sobre sí mismo, había sufrido durante décadas la casposa condena de su capitalidad. Y este efecto contagioso de creatividad rompiendo esquemas es, más allá de sus propios logros formales, el verdadero papel de la Movida.
Aunque varias obras están fechadas en el segundo lustro de los setenta y hacen las veces de prólogo, esta exposición es una visión intimista y casi secreta de la década más descarada y explosiva del último medio siglo en España, porque una buena parte de las creaciones que la conforman no se había expuesto antes, bien por ser material de trabajo —como en el caso de los figurines de moda, los guiones de cine, los manuscritos literarios y los originales de pintores para la edición de serigrafías—, porque pasaron directamente de las manos de sus creadores a las de sus propietarios —como ocurre con muchas de las pinturas y dibujos exhibidos— o porque solo pudieron verse en su día muy fugazmente, como es el caso de las obras de «Gente y aparte» —solo en el diario ABC de aquellos sábados— o de la selección de portadas originales de LP creadas por artistas de muy diversas disciplinas y procedencias para la exposición Su disco favorito, de 1981.
A través de sus distintas secciones se trata de recuperar el espíritu de unos años verdaderamente fascinantes y es, por eso mismo, una historia sobre la inocencia, la ambición, la soledad, la pérdida y el deseo de vivir y de crear, plasmados sobre un papel. Es, en definitiva, una exposición de las muchas posibles sobre estos años, que son inabarcables de puro intensos, y sobre el papel del papel. Museo ABC.
Esta exposición pretende acercar a las nuevas generaciones la producción artística de aquellos años de eclosión creativa y social, pero también reivindicar el protagonismo del papel como soporte, como bien señala el subtítulo de la muestra. ‘Arte sobre papel en el Madrid de los ochenta’, y constatar cómo influyó aquel movimiento sobre la cultura generada en aquellos años.
Sin duda, en la década de los ochenta se consumían cantidades ingentes de papel, para expresarse, para reivindicar, para comunicar…Desde los simples folios –donde se dibujan las primeras ideas–, a los pliegos de las múltiples revistas de vida efímera de la época, pasando por las cartulinas donde se estampaba la abundante obra gráfica. Este material, el papel, se convirtió en la seña de identidad de la época y, hoy, en un elemento antropológico necesario para entender lo que aconteció entonces.
La Movida –cuyo nacimiento muchos críticos sitúan en torno a 1977– es para algunos cronistas, pasados los años, un acontecimiento con muy pocos nombres propios: Almodóvar, McNamara, Alaska,… pero hubo muchos más integrantes. No fue un movimiento propiamente dicho, nunca tuvo un manifiesto teórico, solo la coincidencia en las calles de Madrid de un grupo muy amplio de mentes creativas que querían manifestarse y, cómo no, pasárselo bien.
500 obras y 200 creadores
Sin poder llegar a hacer un recorrido enciclopédico, –es inabarcable–, se ha intentado mostrar el mayor número posible de obras –casi 500– donde el papel, como soporte, es testigo de la efervescencia de los ochenta.
La exposición reúne a más de 200 creadores y demuestra que fue época de muchas copas, pero también de mucho trabajo. Están representadas todas las disciplinas artísticas: los dibujos de Ceesepe, Fernando Vicente y El Hortelano, los cómics de Nazario, Mariscal y Kiko Feria, los diseños de Manuel Piña, Pepe Rubio y Jesús del Pozo, las fotografías de Alberto García-Alix, Miguel Trillo y Pablo Pérez-Mínguez, las portadas de Óscar Mariné, Juan Gatti y Diego Lara…
Están Costus –se cuenta que todo se empezó a cocinar en su piso de la calle de la Palma– mezclados con trabajos de Ouka Leele, Manolo Quejido y Carlos Franco, y la literatura de Vicente Molina Foix, Eduardo Mendicutti y Luis Antonio de Villena, el cine de Almodóvar y Colomo –se exhiben originales de guiones de sus películas– o letras de canciones de Alaska, Luz y Gabinete Caligari.
Una joven democracia
Este cúmulo de creatividad situó a la capital en el circuito cultural internacional y fue el escaparate de una joven democracia que deseaba abandonar el gris de décadas anteriores para mostrar una nueva cara.
En agosto de 1983, el periódico francés Le Monde escribía en una crónica sobre la ciudad: “Nueva York, Londres, Ámsterdam… apenas resisten la comparación con un Madrid transformado que rivaliza con las grandes metrópolis de la modernidad”.
La muestra permitirá, en la distancia, abrir el debate sobre la importancia de aquel movimiento y su peso en la cultura española, cuando ya se han cumplido dos décadas de su muerte oficial que coincide, para algunos de sus protagonistas, con la sevillana Expo’92. Y tal vez, para encontrar puntos de encuentro entre posturas tan antagónicas como los que aseguraban que nunca existió y aquellos otros que la equipararon con la Generación del 27 de Alberti, Lorca o Cernuda.
Seis capítulos
Dividida en seis capítulos –pintura e ilustración, fotografía, diseño gráfico y música, moda, cine, letras y prensa–, esta exposición, que no es una muestra sobre la Movida, sino sobre su papel y el papel que generó, es, según su comisario Pablo Sycet Torres, también una reflexión sobre la relación de ósmosis entre todas estas disciplinas, hasta diluir sus límites formales y así llegar a extenderse más allá de sus territorios naturales, porque la renovación de usos y costumbres que supuso aquel movimiento –a caballo entre dos décadas– también es una parte importante de El papel de la Movida. Hoyesarte