jueves, 13 de marzo de 2014

España, la Gran Guerra de espías

Un ensayo destapa la masiva infiltración de los servicios secretos de los países que combatieron entre 1914 y 1918 y rompe con el falso mito de la neutralidad.
Si los Estados tuviesen dignidad, podría decirse que la de España se arrastró por el fango entre 1914 y 1918. Los servicios secretos de los países en guerra perforaron cada minúsculo espacio de la política, la economía y la sociedad hasta llegar a doblegar las decisiones oficiales. La prensa aceptó sobornos para vocear la propaganda de cada bando. La exportación de materias primas básicas para la guerra (piritas, wolframio, plomo...) dependía de extranjeros. En las costas se desplegó una guerra submarina que no respetó neutralidades (los alemanes hundieron en distintos mares más de 12,5 millones de toneladas de barcos mercantes, incluidos varios españoles). Mientras la población purgaba, unos pocos se enriquecían gracias al contrabando y esos negocios que florecen cuando la legalidad se marchita. La cacareada neutralidad era una fachada de cartón-piedra. El País.


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