"Hoy pululan doctrinas interpretativas que hacen recaer la responsabilidad del significado en el lector y que descartan por imposible la averiguación no sólo de la intentio auctoris, esto es, de lo que el autor quiso decir, sino también de la intentio operis, y niegan que sea posible el acceso al significado de la obra misma, si es que alguno tiene, fuera de la intención de quien la lee. Se desentienden así del empeño que el filólogo puso siempre en introducirse en la época del texto, en su entorno literario e histórico, y hasta en la mente del poeta, narrador o dramaturgo, para descubrir sus designios artísticos y la significación de su escritura. Y sustituyen ese esfuerzo por interpretaciones personales, por lecturas individuales, que desplacentan la obra de su matriz temporal y la traen a la más rabiosa actualidad, o, lo que es lo mismo, a un libre, y muchas veces inconsciente albedrío."
Fernando Lázaro Carreter a Francisco Rico Manrique, Lázaro de Tormes y el lugar de la novela discurso leído ante la Real Academia Española el día 4 de junio en su recepción pública, Madrid, Real Academia Española, 1987, p. 47.