viernes, 24 de febrero de 2012

Una lección de historia para derribar los mitos del franquismo (Público)


Desfile de la victoria de las tropas franquistas en Madrid, en mayo de 1939. EFE/Público

'En el combate por la Historia' denunciará los métodos sin rigor científico que provocan despropósitos como el 'Diccionario Biográfico' de la RAH.
Público. JESÚS MIGUEL MARCOS MADRID 24/02/2012 06:31
Una mentira mil veces repetida acaba convirtiéndose en verdad no discutida". Lo peor de la frase de Goebbels no es su vileza, sino que es verdad. A la vista están los ejemplos, como el de Bush, que convenció a media América de que en Irak había armas de destrucción masiva a base de decirlo con la mecánica de un autómata, una y otra vez. Lo maléfico de las mentiras, por muy descaradas que sean, es que desplazan la realidad hacia una zona de sombra que obliga a los que transitan dignamente bajo la luz a mirar dentro del pozo de ponzoña para defender la verdad de los hechos y que ningún incauto caiga dentro. Lo ideal sería que los agujeros negros succionaran a quienes los crean, pero lamentablemente no es así y hay que correr a taparlos, por aquello del olor.

Esto, en el día a día de la actualidad, ocurre a menudo, con consecuencias más o menos graves para la salud mental de la ciudadanía, pero más serio y profundo es el efecto de la conspiración cuando atañe a la disciplina histórica. Probablemente, a Ángel Viñas lo último que le apetecía en estos momentos era aparcar sus investigaciones personales para coordinar una obra colectiva sobre la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo, pero muchas veces la profesión te planta delante imperativos que de la noche a la mañana se convierten en prioridad.

Un epílogo denuncia las "infrapublicaciones" revisionistas

Y la prioridad, en esta ocasión, forzaba a elaborar una respuesta rigurosa, científica y rotunda al gran disparate en el que se convirtió el Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, financiado con 5,8 millones de euros de fondos públicos, cuando se conoció que estaba plagado de, literalmente, desvaríos. Los delirios históricos se circunscribían especialmente a la época contemporánea, donde abundaban las entradas con un claro tono franquista que traspasaban sin rubor todos los límites del rigor científico.

Esa respuesta ya tiene título: En el combate por la Historia. La obra la publicará en abril la editorial Pasado & Presente y se venderá con una faja bien explícita que advertirá: "Contra el Diccionario Biográfico Español". La obra, a la que ha tenido acceso Público, incluye un pormenorizado análisis temático y biográfico de la Historia de España entre los años 1931 y 1975 a cargo de los mayores expertos en ese periodo: desde Julián Casanova a Josep Fontana, pasando por Enrique Moradiellos, José Carlos Mainer, Carlos Barciela, Antonio Elorza, Francisco Espinosa o Paul Preston. Así, hasta 33 historiadores, coordinados por Ángel Viñas. Este último, en el prólogo de la obra, antes de expresar su "estupefacción" y "repulsa" ante el Diccionario Biográfico, ya advierte de que, "en los últimos años, aparecen nuevos títulos para continuar presentando visiones distorsionadas y profundamente ideologizadas" de la Historia.

Por ese motivo, la obra incluye un epílogo en el que se denuncian las "infrapublicaciones" que intentan hacer revisionismo "suavizando la barbarie franquista". Asimismo, explica los motivos de su auge en la actualidad y desmonta las técnicas y métodos con los que tergiversan el pasado. En el siglo XXI, no parece razonable que, como explica Viñas en el prólogo, "el público español, y no hablemos de los jóvenes que no llegan a la universidad", ignore mayoritariamente "que la dictadura franquista fue la segunda más sanguinaria de Europa, sólo por detrás de la soviética".

"Usan la Historia con fines partidistas", opina Alberto Reig

Cutre politiquería
El politólogo Alberto Reig Tapia, autor de la primera parte del epílogo, titulada La pervivencia de los mitos franquistas, califica esta tendencia revisionista que mancha el Diccionario Biográfico de "historietografía". Para él, la explicación del fenómeno es sencilla: "El uso ideológico de la Historia con fines partidistas. Es decir, politiquería de ínfimo vuelo". Estos "parlanchines y escribidores convulsivos" (para ser claros, el nombre de César Vidal aparece en varias ocasiones) no airearían mitos franquistas a los cuatro vientos para defender una nueva línea de investigación histórica, sino para hacer política barriobajera, cuando no negocio.

Tanto él como Viñas coinciden en señalar que la maquinaria de propaganda franquista tuvo un efecto tan brutal en la población que en la actualidad seguimos rumiando sus panfletos. Esto ha provocado la aparición de una cuadrilla de mitógrafos franquistas que, lejos de quedarse en el ya de por sí dramático "pobre Franco" que todavía mascullan algunas abuelitas, edulcoran su figura, su régimen y su legado hasta extremos insoportables para los historiadores que llevan 30 años tragando polvo en archivos y bibliotecas.

La obra desvela que el mito de la cruzada está incrustado con fuerza

España también es diferente cuando toca hablar de historia. Varios países de Europa sofocaron con bastante más celeridad y decisión los incendios revisionistas que dulcificaban el fascismo. La recuperación de Mussolini en Italia de la mano de Renzo de Felice provocó un clamor popular, mientras que el historiador norteamericano Robert O. Paxton reventó la visión balsámica que durante años se difundió en Francia del régimen de Vichy. "Aquí se venden sucesivas ediciones de un librito infumable que presenta a Franco como católico ejemplar y nadie se conmueve", escribe Viñas.

De entre todos los mitos franquistas, el de la cruzada es el que con más fuerza ha quedado incrustado en el inconsciente colectivo. Es el más necesario, sobre todo para justificar el apoyo de la iglesia al régimen franquista (recordemos, el segundo más sanguinario de Europa), instalado después de provocar una cruenta Guerra Civil. Se mató, sí, pero en el nombre del Señor, parece ser el estrambótico argumento. Un delirio sólo equiparable a los que todavía defienden que Franco era un piadoso católico. "Fue la piedra fundacional del nuevo régimen, la síntesis del conglomerado ideológico de los vencedores brillantemente capitaneados por el santo cruzado que por sus méritos indiscutibles en la salvación-liberación de España, hija predilecta de la Iglesia, se ganó el derecho a entrar en los templos bajo palio", escribe Reig.

La represión franquista durante y después de la Guerra Civil, documentada por Paul Preston en su último libro, que cifra en 150.000 las víctimas inocentes a manos de los sublevados, tampoco fue para tanto, según los revisionistas. Para la "historietografía", la represión fue lógica y muy medida, dado que los "rojos" habían atentado con inusitada violencia contra los defensores de los valores tradicionales españoles. "Es decir, la violencia franquista habría sido ante todo defensiva y por lo tanto humanamente comprensible y justificable", desglosa Puig.

Más mitos: Franco toreó a Hitler en Hendaya y alardeó de estratega

Super Franco
Otro mito: Franco no era un cualquiera. Sus hagiógrafos lo tienen por una de las mentes más brillantes entre los gobernantes del siglo XX y como un estratega incomparable. No en vano, Luis Suárez, en el Diccionario Biográfico, cuenta que en 1965 demostró sus dotes militares ante el presidente Johnson recomendándole salir de Vietnam, "una guerra que no podía ganar".
Sin olvidar, claro, que Franco toreó a Hitler en Hendaya y que podía alardear, tras la Segunda Guerra Mundial, de haber sido el único militar en derrotar a los comunistas. "Pura mistificación", se corrige en En el combate por la Historia, "la victoria militar de Franco fue debida en no escaso grado al apoyo decidido que le prestaron las potencias fascistas y al pacto de No Intervención que resultó letal para la República".
Reig y Viñas también desmontan las técnicas de los presuntos historiadores para desfigurar la realidad del régimen franquista, muchos de los cuales enriquecen con sus firmas los contenidos de páginas web dedicadas a la memoria del dictador. Uno de los métodos es la distorsión: por ejemplo, cuando Franco llega a Hendaya ha decidido que España no entrará en guerra y a Hitler sólo le falta suplicarle que le preste ayuda. Pero la realidad no fue exactamente así: hay innumerables testimonios en los que "los mandos alemanes expresan juicios implacables y muy negativos sobre la habilidad y competencia de sus homólogos franquistas", escribe Viñas.
La obra coordinada por Viñas revela que Franco todavía tiene coartada y que, visto que en los juzgados todavía no es posible destaparle, el campo de batalla está en los libros de Historia. Pero esta vez, sin sangre.

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